LENGUA Y LITERATURA
Zebensuí Rodríguez Álvarez
UNED-Lanzarote
La imagen de la mujer en la obra de Ángel Guerra.
RESUMEN:
La obra narrativa del escritor lanzaroteño José Betancort Cabrera (más conocido por su seudónimo galdosiano Ángel Guerra, 1874-1950) puede dividirse en dos etapas: decimonónica y modernista-noventayochista. La primera de ellas está caracterizada por un continuismo tardorromántico en el que solo ciertas dosis de realismo y naturalismo finiseculares vendrían a distraer el idealismo de una prosa marcadamente costumbrista. A la misma pertenecen la mayoría de las obras más conocidas del narrador (Cariño eterno, A bordo, Al Sol, Agua Mansa…) lo que ha hecho que, en general, se lo haya definido casi en exclusiva como un autor regionalista.
Por su parte, en la segunda etapa la novela se presenta como un género enormemente rentable para exhibir a las gentes de un pueblo y mostrar con sus actuaciones sus congojas y su lucha con el entorno, pues, en efecto, una nota característica de estas obras es su cesión a la naturaleza de un valor protagónico y avasallador, más crudo aún si cabe que en el naturalismo: el espacio físico predetermina aquí al personaje, toda vez que lo seduce por completo siendo a la vez atractivo e inhóspito, por lo que el papel de sus moradores acaba siendo el de aprender a domar la naturaleza y a comprenderla para obtener de ella la vida pura. Esta nueva actitud creativa puede verse en Al jallo y La Lapa, probablemente los títulos más celebrados del autor, pero se aprecia igualmente en producciones menos conocidas como: Al son del remo, Detrás del camello, Con la cruz a cuestas o Las paces.
Un elemento que llama la atención en todas estas últimas obras es el protagonismo que se otorga a la mujer, a la que se dibuja como víctima no solo del maltrato físico por parte del hombre, sino también de un entramado social que, aunque es injusto para todos por igual, reserva a la mujer peores condiciones.
En este trabajo se analiza el sentido del papel protagónico otorgado a la mujer en el conjunto de la obra de Ángel Guerra, especialmente en la que aquí se ha denominado modernista-noventayochista, toda vez que se expone una relación de los tipos femeninos que dibujó el de Teguise en sus narraciones (la mujer estéril, la mujer sin marido, la criada fiel, la orchillera, la recolectora de cochinilla, la lavandera, la bruja, la víctima de las brujas, la bien casada, la eterna Desdémona…).
Finalmente, se ofrece un repaso a la obra ensayística del también periodista, pues en ella puede rastrearse el sentido de esta creciente preocupación por las injusticias sociales y, de manera particular, por la injusta situación de la mujer. Sirva como ejemplo el siguiente fragmento de un artículo recogido en el compilatorio Polvo del camino en 1908:
Los crímenes pasionales son el pan nuestro de cada día. Mejor sería quizá entregarlos al brazo reparador de la justicia, y que allá los jueces se las vieran con ellos. Pienso, no obstante, que, dado el carácter social que entrañan, corresponde también a los escritores, por las condiciones de publicidad y de reincidencia que les prestan síntomas de un verdadero estado de al[ar]ma nacional, estudiarlos y combatirlos. ¿Qué? Entregarlos al silencio envuelve una complicidad en el delito.